¿Qué son los ritmos biológicos y como nos afectan?

Los ritmos biológicos son oscilaciones de las variables biológicas a intervalos regulares de tiempo que responden a las diferentes demandas ambientales. Todos los animales, las plantas y probablemente todos los organismos muestran algún tipo de variación rítmica fisiológica (tasa metabólica, producción de calor, floración, etc.) que suele estar asociada con un cambio ambiental rítmico.

Muchos procesos biológicos presentan ritmos: el sueño, la temperatura corporal, la presión arterial,... La mayoría son circadianos, es decir, se repiten cada veinticuatro horas. Pero también podemos encontrar intervalos con frecuencias diferentes, como las semanales o las mensuales, entre otras.

Los ritmos biológicos están relacionados con factores ambientales, y principalmente con la duración del día y la noche. Tenerlos en la administración de determinados fármacos mejora la respuesta al tratamiento.

¿Cómo nos afectan?

Los ritmos biológicos están presentes en los animales, condicionando los periodos de migración o hibernación; en las plantas regulando, por ejemplo, la caída de las hojas y la floración; e igualmente lo están en las personas.

Es normal que estos aspectos tengan asimismo relación con la aparición de enfermedades o con el mantenimiento de la salud. Se ha visto que algunas patologías aparecen con mayor frecuencia a unas horas concretas del día o en algunas épocas del año. Por ejemplo es bien conocida la mayor incidencia de infarto agudo por la mañana, más en invierno que en verano, o también la  presentación de asma con predominancia nocturna.

Por la mañana, la presión sanguínea se eleva para preparar el cuerpo tras el descanso nocturno, la frecuencia cardiaca también aumenta y la sangre presenta su máxima coagulación en estos momentos. Estos cambios causarán una mayor incidencia de infartos a esta hora. Lo mismo podríamos decir de factores que predisponen al asma, entre ellos la disminución del volumen pulmonar y del diámetro bronquial por la noche, junto con el menor nivel de secreción de hormonas corticoides a estas horas.

Ello es debido a que las condiciones fisiológicas del cuerpo no son iguales a todas  horas,  ya que se ajustan para permitir desarrollar la actividad diaria. Por eso, durante la vigilia aumenta la glucemia, la actividad de tiroides, la temperatura y la secreción de muchas hormonas con el objeto de proporcionar mayor energía.

Trastornos por cambios horarios

Las personas que cambian su jornada laboral diurna a nocturna o los pasajeros de vuelos transoceánicos con cambios horarios padecen los trastornos derivados de la falta de sincronización ante la nueva situación ambiental, con alteraciones del sueño/vigilia como síntoma más aparente. Se precisa de un periodo de adaptación de cinco a diez días para volver a la adaptación del ritmo biológico con la situación externa, dependiendo de las personas.

En algunos tratamientos, la sincronización de los ritmos biológicos con la administración del medicamento puede mejorar la tolerancia de éstos y/o su efectividad.  Obtener los efectos coincidiendo con el momento de mayor aparición de los síntomas, o buscando el momento de mayor tolerabilidad para disminuir la aparición de efectos indeseados, permite optimizar la respuesta.

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