Cómo reducir el riesgo cardiovascular en la menopausia

¡Hola amigas! Después de este periodo de descanso veraniego, en el que espero que os hayáis relajado y hecho vida sana, me propongo hablaros de la relación que hay entre riesgo cardiovascular y menopausia.

Empezaré diciendo que las enfermedades cardiovasculares son las que afectan a las arterias del corazón (infarto de miocardio, muerte súbita) y del resto del organismo, principalmente cerebro (accidente vascular cerebral), riñones (enfermedad renal por arteriosclerosis) y miembros inferiores (claudicación intermitente).

La probabilidad que tenemos de sufrir alguna de estas enfermedades depende, como siempre, del número de factores de riesgo que estén presentes en una determinada persona. Habitualmente los factores de riesgo se clasifican en:

  1. Los que no podemos modificar como son: edad, sexo, raza y antecedentes familiares.
  2. Los que si podríamos modificar como son: hipertensión arterial, aumento del colesterol, síndrome metabólico y diabetes, sobrepeso y obesidad, tabaquismo, abuso del alcohol, ansiedad y estrés.

En el caso de las mujeres, los estudios evidencian que la mujer antes de los 50 años sufre menos enfermedades cardiovasculares que los hombres, sin embargo pasada esta edad la mortalidad coronaria en mujeres aumenta rápidamente. Esto se debe a que mientras la mujer tiene el nivel de estrógenos elevado, es decir mientras ovula y tiene la regla, esta hormona tiene un carácter protector.  

Además, la menopausia favorece que aumenten los niveles de colesterol y triglicéridos, también la presión arterial, y hay una mayor tendencia a retener líquidos y a aumentar de peso, factores todos ellos determinantes de las enfermedades cardiovasculares.

Las mujeres durante la menopausia deberíamos estar muy atentas a nuestro estilo de vida ya que la prevención juega un papel vital en las enfermedades cardiovasculares, y actuar sobre los factores de riesgo que podemos modificar es decir:

  • Disminuir o eliminar el tabaco.
  • Disminuir el sobrepeso haciendo una dieta muy sana.
  • Hacer ejercicio de forma regular.
  • Consumir poco o nada de alcohol, mejor vino tinto.
  • Mantener en lo posible una vida más tranquila.

Tipos de grasas y su impacto en nuestra salud

Respecto a la dieta os daré algunas recomendaciones, en primer lugar acerca de las grasas porque es importante conocer el tipo de lípidos que tomamos en la dieta, ya que algunos favorecen la salud cardiovascular y otros la empeoran:

  • Los ácidos grasos saturados aumentan el colesterol LDL, o colesterol malo, aumentan la placa de ateroma y el riesgo cardiovascular. Entre otros alimentos son: mantequilla, queso, leche entera, aceite de palma o coco, helados, pastelería industrial.
  • Los ácidos grasos “trans” se cuelan en nuestro cuerpo en lugar de los que naturalmente tenemos que son “cis” alterando las funciones de las membranas de nuestro cuerpo. Son, por ejemplo, los fritos, bollería y pastelería industrial, galletas, manteca y margarina. 
  • Los ácidos grasos poliinsaturados omega 3 y 6 reducen el colesterol y triglicéridos, evitando las placas de ateroma, evitado la formación de coágulos y regulando la presión arterial. Están en: salmón, atún, sardinas, trucha, semillas, nueces, aceite de soja, linaza.
  • Los ácidos grasos monoinsaturados están presentes en el aceite de oliva y los frutos secos, como pistachos, almendras, avellanas, cacahuetes, aguacate. Al igual que los anteriores, son beneficiosas para la salud cardiovascular.

Respecto a la sal: la sal común, que contiene sodio, aumenta la presión arterial con el consiguiente riesgo de desarrollar hipertensión y enfermedades cardiovasculares.

En general para mantener una dieta sana te recomiendo que:

  1. Consumas 5 raciones al día de frutas y verduras.
  2. Disminuyas el consumo de carnes rojas (2 días por semana) y huevos (máximo 2-3 por semana).
  3. Consume pollo, pavo sin piel o conejo 2-3 días por semana. La cantidad recomendada cada día no debe superar los 200g.
  4. Tomar productos lácteos desnatados, evitando la leche entera y derivados (helados, nata, mantequilla, yogures enteros, quesos grasos…).
  5. Es preferible consumir aceite de oliva y evitar el de coco y palma, presentes en bollería, fritos y precocinados.
  6. Tomar con frecuencia pescado, en especial pescado azul rico en ácidos grasos esenciales omega-3, como sardinas, trucha, atún, caballa, salmón…
  7. Cocinar con poco aceite, a la plancha o a la brasa, evitando en la medida de lo posible los fritos y guisos.
  8. Si tienes hambre, opta por un puñado frutos secos y un yogur desnatado o una fruta.
  9. Se pueden usar todo tipo de condimentos, inclusive la sal, pero ésta con moderación. Recuerda que la sal no solo está presente en los alimentos en los que nosotros la añadimos, también en todos los precocinados y los envasados.
  10. Bebe mucho líquido, te recomiendo 1,5 l. al día para mantener una hidratación adecuada.

Pensad que somos afortunadas, vivimos en un país mediterráneo en el que las frutas y verduras no tienen precios astronómicos y además las tenemos durante todo el año, ¡aprovechémoslo!

Mercè Tortras, farmacéutica titular de mtfarmàcia